AGENCIA LACANIANA DE PRENSA
París, viernes 12 de octubre de 2001

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-AL DIABLO LOS TALIBANES, por Catherine Clément
-CINE Y OBSCENIDAD, por Anne-Sophie Janus
-FOXP2 Y EL CERO DE SIGNIFICACIÓN, por Eric Laurent
-SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE UN AUTOR, por R.-P. Vinciguerra
-LA VIOLACIÓN DE NEW YORK, por Thelma Sowley
-EL SEGUNDO PREMIO SR DENIS
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AL DIABLO LOS TALIBANES

París, 7 de oct. (ALP) - Domingo 7 de octubre. Acaban de comenzar los ataques americanos y británicos en Afganistán. Y lo que a mí me impresiona viene de lejos: de pequeña sufrí las bombas de los Aliados en 1944, demasiado tarde para evitar la cámara de gas a mis abuelos. No pensé ni un instante en esas bombas en el momento en que se desencadenaba la guerra del Golfo. Esta vez es diferente. Como los nazis, los talibanes están fuera de la humanidad. Nada de angelismo, de gracia. Hace casi cinco años que mujeres de occidente se desgañitan contra la tiranía de los talibanes, sin embargo los hombres, sobre todo los políticos, acuerdan de buen tono, en puntas de pies. ¡Oh! Sé que se han dado cuenta a tiempo de que al vengar a los muertos de las "Twin Towers" se desembarazan también de una dictadura dirigida contra las mujeres. En suma, liberación colateral. ¡Sea! Esos tiranos merecen desaparecer. Una vez analizadas su completa ignorancia del Corán, su atroz incultura, su presteza para castigar a las mujeres, para humillarlas se puede, como Hannah Arendt lo hizo con Eichmann, condenar a los talibanes en nombre de un argumento, uno solo: no tener ganas de compartir el mismo planeta. En cuanto a su jefe saudí, Bin Laden, sus instructivas obsesiones sobre lo limpio y lo puro, la ducha y el agua de colonia dicen mucho sobre su repulsa de lo femenino. ¿Qué se encuentra en el Paraíso de Alá? Vírgenes perfumadas, indefinidamente vírgenes. Lo puro, como en otro tiempo lo ario. ¡Váyanse al diablo!

CINE Y OBSCENIDAD: "Le pornographe", de Bertrand Bonello
París, 8 de oct. (ALP) - "Le pornographe" se abre sobre un plano fijo - un plano epígrafe. En una sala oscura, algunos espectadores asisten a una proyección. Nos enfrentan, nuestras miradas se rozan. Las pantallas, la de ellos y la nuestra, se confunden en un único plano geométrico que articula dos espacios "espectatoriales" semejantes. Este procedimiento de puesta en escena hace pantalla a las imágenes del film proyectado, relegadas al dominio del fuera de campo, si bien deja que se filtre su banda de sonido. Entre esos espectadores y nosotros se interpone una superficie ciega sobre la que se proyectan nuestras propias esperanzas y deseos, arrebatados por los gemidos, los jadeos y los crudos diálogos del sonido en 'off'.
Habiendo ido para asistir a la proyección de la última película parisina en boga nos encontramos de golpe muy maltratados. Hubiera bastado con un plano para asociarnos -a nosotros, cinéfilos respetables- a los "pornófilos" que nos señala la cámara de Bertrand Bonello. El principio de simetría establecido por ese plano inaugural perdura a lo largo de la película: Jacques Laurent (Jean-Pierre Léaud) se vuelve culpable de mentir por omisión pasando por cineasta, mientras que ejerce la profesión de pornógrafo con el seudónimo de "Laurent Jacquet". Experimenta las mismas vicisitudes que sus colegas del cine. Como ellos, tiene un gran proyecto, una película que desgraciadamente no podrá realizar jamás por falta de financiamiento. Sus visiones, sus impulsos artísticos son continuamente sofocados por los imperativos presupuestarios y la intransigencia de su productor. Él es un autor acabado que se debate contra las reglas coercitivas de un género. Entre sus admiradores cuenta con finos conocedores, impregnados por sus técnicas de puesta en escena. Todo, en el cine, encuentra su simétrico en el cine pornográfico.
La obscenidad es el eje de simetría de ese dispositivo de 'puesta en mirada'. Para Bonello, aquella no se halla forzosamente en donde es más esperada. Jacquet nos devela que la pornografía "es sexo en estado puro. Es entonces humana". La obscenidad parece situarse del lado de aquellos que desean hablar de ella, como la periodista interpretada por Catherine Mouchet que prepara un artículo sobre la pornografía. Pero ella brota igualmente cuando la pornografía deja de ser un gesto político. La obscenidad es entonces el esmalte de uñas de las actrices; la redundancia de la imagen y del sonido (Laurent a su actriz: "Si se te ve gozar, no vale la pena escucharte"; el productor a la actriz: "Jenny, más fuerte, no te escucho"). Todo cine, toda imagen, todo texto que sólo responde a imperativos de rentabilidad está fatalmente amenazado con caer en la obscenidad más abyecta.

FOXP2 Y EL CERO DE SIGNIFICACIÓN, por Eric Laurent
París, 8 de oct. (ALP) - La eminente revista Nature presenta en su último número un hallazgo de envergadura. Biólogos ingleses habrían descubierto el primer gen ligado a un trastorno del lenguaje. Pretenden así precisar los sustratos biológicos "del pensamiento". El gen, llamado FOXP2, no es calificado como gen específico de la palabra. Una forma mutante del gen sería responsable de una proteína indispensable para el funcionamiento de las zonas del lenguaje. Ciertos investigadores son entusistas, otros ponen en guardia contra toda sobrestimación del descubrimiento de un gen dañado.

¿Nos ayudará el fundamento biológico a comprender lo que está dañado en la lengua cuando no alcanzamos a nombrar de manera satisfactoria lo que nos sucede? Desde el 11 de septiembre, ¿el mundo está en paz o en guerra? ¿Quién puede decirlo? Todas las opiniones se expresan. Para algunos es la guerra, la más moderna, la más "high-tech"; para otros, es una guerra arcaica, una cruzada, vocablo antiguo elegido para mantenerse en la zona semántica de la guerra santa. Era en los primeros días. Los responsables americanos se dieron cuenta rápidamente de que era incongruente oponer un estado a un hombre o una banda, sobre el modelo del proceso judicial. La semántica retoma sus derechos, se vuelven prudentes. La gran coalición que se forma se hace contra "el terrorismo". "No hay estado, tampoco guerra" como se dice "si no hay dinero, no hay suizos". Las leyes internacionales del "derecho de la guerra" lo subrayan. El concepto de "estado delincuente voyou " (rogue state) que "ampara" (harbours) al o a los terroristas señalados, permite señalar al menos un estado responsable y justificar, entonces, el empleo del vocablo "guerra".

Afganistán, o más bien lo que queda de él después de veinte años de guerra moderna en su suelo, es otra cosa que una ficción sostenida por poderosos vecinos que prefieren delegarle el papel de estado causa-de-todo. Se habla de la "paz caliente", se descubre que esta "guerra" implica muchos aspectos propios de una operación policial: identificación y batida de los sospechosos, control de los circuitos financieros, pruebas judiciales que cumplir, vigilancia generalizada. Pero, entonces, ¿qué es una operación policial que moviliza tales fuerzas especiales e implica bombardeos aereos? ¿Se trata de la policía del fin de la historia?
La época de Tolstoi conocía la diferencia entre la guerra y la paz, a pesar de la novedad de la movilización total en la época de las guerras napoleónicas. Clausewitz y el autor de "La guerra y la paz" acordaban en eso. Había la guerra, había la batalla decisiva, había la paz. Las potencias del G8, ¿estarán verdaderamente en guerra algún día? No se sabe, pero bajo el régimen de la disuación nuclear y del tratado de no proliferación comienza a despuntar la sospecha de que el reporte de "La" guerra global no tiene ya solamente como efecto la multiplicación de conflictos locales. No hay guerra quiere decir ahora: no hay paz en ningún lado. Nos hallamos en "la era del espanto", según la expresión de J.-A. Miller. La definición del enemigo escapa. Se lo imagina por doquier, inasible, bajo las máscaras de lo diferente, presente global y localmente.

El espanto puede presentarse ultra-localmente y tocar el cuerpo en ocasión de un trauma. El cuerpo traumatizado busca en vano la palabra que le falta. El recuerdo escapa a toda transformación por el lenguaje y por lo tanto al olvido. Se impone y se repite. Es posible, en ciertos casos, remediar este encuentro con "lo que no tiene nombre" hablando, intentando nombrar. Todo el edificio 'lenguajero' dañado debe ser movilizado para desplazar la terrible firma de las cosas. Roland Barthes hablaba del "grado cero" de la significación. El 'après-coup' del trauma es la clínica del "Ground Zero", como se nombra en New York al lugar más cercano al agujero pos-traumático dejado por las "Twin Towers".

SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE UN AUTOR, de Luigi Pirandello
París, 8 de oct. (ALP) - Texto traducido por François Regnault, puesta en escena: Emmanuel Demarcy-Mota. Ell telón se abre sobre un pieza del mismo Pirandello, "Le jeu des roles", que se está montando en el escenario. Los actores flotan indecisos, inseguros en sus posturas. Seis personajes venidos de afuera irrumpen. Buscan un autor para una pieza, la del "drama doloroso" que son ellos mismos. Quieren que lo privado, lo inverosímil y lo absurdo de su vida privada se haga público porque es verdad. Habitualmente el teatro hace pasar la ficción por realidad. Ellos quieren exactamente lo opuesto: el texto será su exitencia misma, la que habrá tenido lugar. Porque han nacido personajes pero no están todos "acabados"; peor aún, ¡Pirandello mismo los rechaza! La pieza, entonces, "hay que hacerla". Estos personajes están en busca de autor. A partir de allí, una máquina infernal se pone en marcha; ellos están allí, "más verdaderos y reales" que los otros, pero el director del teatro los refrena, patalea, la cosa se le escapa; quiere echarlos, no puede desprenderse. Los actores intentan actuar el papel de esos personajes intempestivos pero no devuelven más que una "mueca" en la que aquellos no pueden reconocerse; no son más que "semblante". Lo que se eleva entonces de los personajes es irrepresentable: traición, abandono, incesto, odio, culpabilidad. Jamás la ficción abolirá lo real. Con ellos, el eterno juego de los papeles humanos, un "marco armonioso" no pueden convenir pero, como "un guijarro en el camino", se trata aquí de "perpetuar el suplicio", el del acto del cual no pueden retractarse. El acto que acontece ahora, que acontece todo el tiempo, dice la madre, pero también, en un "instante eterno", el que ha vivido el padre. Como dice François Regnault, "el drama se juega en la intrincación desesperada de la repetición torturante y del acto imperdonable". Ya que culpables son todos, pero no buscan recontruir una historia, presentar un relato entero, buscan más bien, a través de la exhibición de este "desorden de contradicciones", unirse a la insondable decisión del ser que los hace actuar.... Hasta ese fin atroz que sorprende a todos. La niñita cae en el estanque y muere, sacrificada; el adolescente la mira ahogarse, inmóvil, luego se mata. "La realidad, la realidad", proclama el padre. "Realidad, ficción, váyanse al diablo", dice el director. Los personajes salen. ¿Terminamos? No es seguro porque las sombras de los personajes reaparecen; esta vez no son más que cuatro.

Juego de luces rítmicas, espacio desplegado, luego repentinamente concentrado sobre un escenario suspendido entre real y ficción, alternancia de sonidos familiares amplificados y collage/montaje de napas sonoras de música antigua y contemporánea, la puesta en escena de Emmanuel Demarcy-Mota hace escuchar con potencia las pulsaciones temporales de sujetos divididos así como su combate contra la fijeza de destinos por siempre singulares. Su arte, aliado al de François Regnault, autor de una límpida y magnífica traducción de la pieza, realiza la proeza de hacernos escuchar un texto con contornos tan precisos que los enigmas de la vida, los que nos presentaba Pirandello, resultan "simplificados". Como dice el padre: "Ante un hecho que no se explica, cuando el mal está realizado, encontrar una palabra, una palabra ... sobre la cual se pueda descansar". Bien entendido, no se trata para nada de psicología.
Esta pieza se presenta hasta el 27 de octubre en el Théatre de la Ville en París.

LA VIOLACIÓN DE NEW YORK, por Thelma Sowley
París, 9 de oct. (ALP) - Americana, nacida en New York, vivo en París hace decenios. JAM me pregunta que fue lo primero que me vino a la mente cuando prendí el televisor alrededor de las 15,30 hs el 11 de septiembre. Fue el soneto de William Butler Yeats, "Leda and the Swan". Sin duda, fue el significante "burning towers" el que precipitó esta conexión. En la emoción del momento, vi allí un escrito premonitorio. Conexión por los significantes de la lengua, pero también conexión imaginaria. La violación mitológica relatada por Yeats parecía una metáfora anticipada del atentado: las alas del cisne y las alas del avión, los muslos de Leda y las Torres Gemelas.

Las Torres, ¿son símbolos? Lo que se llama aquí "símbolos" son signos no arbitrarios como la cruz, la estrella de David, el "croissant", la cruz gamada, las banderas, la Torre Eiffel, cuya significación está implantada en la historia, la de las poblaciones, la del mundo. ¿Es necesario poner en primer plano esa Simbólica?
En la coyuntura actual esa Simbólica es peligrosa. Si el atentado concierne a símbolos, se dirá con los integristas americanos o árabes que se trata de símbolos del Mal (aborto y homosexualidad para los primeros, poder financiero y militar americano para los segundos). O bien se dirá con Bush que se trata de símbolos del Bien y se sacan las banderas.
Como todos, soy capaz de un patrioterismo sentimental. A veces del lado de Francia, a veces del lado de América. Cuando "Le Monde" tituló "Somos todos americanos" el 12 de septiembre, pensé que bien podria alistarme bajo esa bandera con la condición de que se acompañara con otras: "Somos todos palestinos", "Somos todos afganos", "Somos todos iraquíes" y, evidentemente, bajo la bandera de referencia para todos los horrores de nuestro siglo: "Somos todos judíos".

Aquel para quien se creó en 1968 la contraseña "Somos todos judíos alemanes", Dany Cohn-Bendit, propuso en la televisión: "Somos todos neoyorquinos; somos todos mujeres afganas". Prefiero su versión, ya que evita las patinadas patrióticas. Los noyorquinos no tienen bandera, ni tampoco las mujeres afganas.
Las "Twin Towers" no están en el mismo campo semántico que el "World Trade Center". La libertad representada por el "World Trade Center" es la potencia truculenta del ultraliberalismo económico. Las "Twin Towers" forman parte del "skyline" de New York, cuyo esplendor iluminaba la historia arquitectónica de las ciudades.

LAS CARTAS A LA OPINIÓN ILUSTRADA
París, 11 de oct. (ALP) - J.-A. Miller prosigue la publicación de sus Cartas, que costean la crónica del medio analítico. La tercera entrega comprende tres Cartas: la primera se titula "La ternura de los terroristas"; la segunda se dirige al conjunto de la galaxia lacaniana; la tercera es un fragmento de autoanálisis suscitado por una observación de J.F. Rabain, miembro de la SPP.

CONFERENCIAS DEL CAMPO FREUDIANO
París, 11 de oct. (ALP) - La primera Conferencia, anunciada para el jueves 25 de octubre en los salones del Lutetia, está confirmada (recepción a las 20 hs). Por el contrario, no habrá Conferencia en noviembre.

EL SEGUNDO PREMIO SR DENIS
THE SECOND MONSIEUR DENIS PRIZE París, 12 de oct. (ALP) - El segundo premio Sr. Denis se otorga, con las felicitaciones del jurado, al Sr. Charles Melman, psicoanalista y jefe de grupo en París, por el conjunto de su obra.

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