La excomunión

En el capítulo III de El banquete de los analistas - titulado "El deseo del analista" - J-A Miller plantea los temas referidos a la excomunión y al concepto. Si bien intenta desdramatizar la cuestión de la excomunión de Lacan, los documentos de la llamada excomunión de Lacan señalan como queda desautorizado y fuera de la lista de los didactas.
De cualquier manera, es interesante la operación de desdramatizar la excomunión de Lacan, no refiriéndola a su persona; hizo que Lacan se proponga como política volver a los fundamentos del psicoanálisis, volver al legado freudiano, y retomar la pregunta por el deseo del analista. Las preguntas centrales que Lacan sitúa en el primer capítulo del Seminario XI, señalan esa respuesta a su desautorización como analista didacta de la IPA. La primera de ellas es "¿Qué me autoriza?": "mi enseñanza nunca podrá volver a entrar en actividad para la formación de analistas", lo que implica la condena, la proscripción de su enseñanza. Las preguntas son: ¿Qué me autoriza?, ¿Qué es el psicoanálisis? ¿Cuáles son los fundamentos?, ¿Qué lo funda como praxis?, y ¿Cuál es el deseo del analista?
En el capítulo "La excomunión", del Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, encontramos que Jacques Lacan se ha quedado sin banquete y está intentando recrear un nuevo banquete, contando entre su público a figuras de prestigio, pero no del ámbito del psicoanálisis, como Lèvi-Strauss y Henri Ey (no olvidemos que había recurrido a Althusser).
J.-A. Miller hace mucho más hincapié en la inclusión de la epistemología, en captar el interés de aquellos que estaban ocupados en la epistemología, pero tambien está claro que Lacan ubica también en su nuevo banquete a la ciencia y a la religión.

El concepto del concepto

Plantear que la excomunión implica un rechazo del concepto, es la respuesta que da Lacan, para de ese modo poder destacar aquello que lleva en el inicio de su Seminario a la dimensión de lo cómico: su excomunión, y así elevarla a una concepción de rechazo del concepto y volver a los conceptos freudianos fundamentales (Grundbegriff), aunque de una manera bastante particular: suspendiendo su Seminario de "Los nombres del padre" para volver a los conceptos freudianos pero desde la óptica del "Inconsciente freudiano y el nuestro". Sin duda hay allí un más allá del padre.
Por el modo en que J.-A. Miller toma en este capítulo "El deseo del analista", el problema del concepto, lo eleva a lo que llama el concepto de concepto y no sólo al fundamento del psicoanálisis, sino a dónde apuntan estas preguntas: ¿qué me autoriza?, ¿qué es el psicoanálisis?, ¿cuál es el deseo del analista?. Es en ese sentido que ubica dos nociones relativas al concepto de concepto: la extensión y la intensión.
Con la extensión, designa los elementos que caen bajo un campo; la figura es un círculo con los elementos que están dentro de ese campo. En cambio, un concepto recorta, delimita un campo. La intensión concierne a la definición del conjunto, y a los criterios de pertenencia a ese conjunto, y es en este sentido que lleva a la cuestión del "banquete de los analistas": la extensión sería quiénes son los que están allí, y la intensión, a qué condiciones responden o deben responder los elementos que están allí.
Una pregunta es por lo extenso, la res-extensa, y otra pregunta es acerca de cuáles son las condiciones de posibilidad de esos elementos, o bien, a ¿qué deben responder los elementos que están allí?. Hay una tensión entre el vacío de la intensión, que sería ¿cuál es el deseo del analista? o ¿qué es el psicoanálisis?, y el lleno del lado de la extensión. Podríamos ubicar esta tensión entre el psicoanálisis y los analistas.
J.-A. Miller hace una interesante advertencia que es oportuna recrear para este momento de la E.O.L. y de la A.M.P.: aquella que se refiere a la tensión entre intensión y extensión, entre cuáles son las condiciones a las que deben responder los analistas para estar allí y quiénes están.
Dice J.-A. Miller:"evidentemente no debe aplicarse de manera salvaje la intensión sobre la extensión porque ¿cuál sería el resultado?, no es difícil de ver, todo el mundo tendría que marcharse. Lo máximo que puede hacerse, es inquietar a los analistas". El término rechazo del concepto es una interpretación de Lacan dirigida a la IPA, en tanto considera que ésta había perdido sus fundamentos. Más tarde, este término concepto va a dar lugar al matema. Ya en este primer momento del Seminario XI, se aproxima de alguna manera al matema, al tomar como modelo del concepto el cálculo infinitesimal o cálculo diferencial de Liebniz.
Pero lo que sin embargo está planteado, es que el concepto todavía tiene que ver con la noción que tiene Lacan de praxis: del tratamiento de lo real por lo simbólico. Pero en cambio en el matema, el querer decir está reducido a cero.
A esta altura, Miller plantea algo muy interesante, cuando dice: "aquello que fue rechazo del concepto, hoy puede ser el repudio del matema". En el concepto se conserva algo del orden del sentido, en cambio el matema más bien no dice nada. Sin embargo "el matema puede servir de libro mágico, dado que es el significante fuera del efecto semántico, es un significante que por sí mismo no permite controlar los efectos semánticos".
¿Cómo entender esto? Hay una cuestión que remite a lo que Lacan plantea en el "Saber del psicoanalista" respecto de la incomprensión matemática, cuando se refiere a la incomprensión de Lacan y a la incomprensión matemática como síntoma.
La incomprensión matemática, podríamos decir, hace síntoma cuando se espera un sentido de aquello que es sólo fórmula, que es sólo operatoria. En matemática se trata de operar, no de de la pregunta acerca de qué quiere decir eso. Eso se sintomatiza cuando hay una espera de sentido en ese lugar.
Por lo que plantea Miller, un modo de repudiar al matema sería hacer de él un libro mágico; la fascinación por lo incomprensible.
Lo central aquí es poder ubicar el concepto respecto de los fundamentos freudianos y respecto del "banquete de los analistas".
Estas primeras preguntas plantean el carácter de intensión y no de extensión, donde apunta Lacan en el momento en que queda fuera de la IPA.
Otra referencia presente en el mismo capítulo es aquella en la que habla del legado de Freud. Toma la cita de Lacan: "el campo que Freud dejó a nuestro cuidado".
Las referencias de Lacan a la herencia de Freud, las encontramos en el Seminario VII de "La Etica", donde dice: "del cual nosotros los herederos de Freud somos responsables"; y en el Seminario IX de "La Identificación" habla del legado de Freud, pero no hay muchas mas referencias al respecto. Sin embargo entre legado y herencia, hay una diferencia en términos jurídicos.
El legado "en su origen, consistía en realizar atribuciones de caudal hereditario a título particular, una especie de regalo que hace el testador para después de su muerte y que ha de entregar o de pagar el heredero".
"Esta descripción conviene a la mayor parte de los legados, pero no a todos ellos por ser extensísima su posibilidad caracterológica. Todas tienen en común su singularidad, su concreción. Se refiere a un bien o a una herencia o una relación jurídica individualizada sin fuerza expansiva dentro del contexto de la herencia."
"El legatario es un simple adquiriente de derechos patrimoniales, y en esta adquisición agota todas sus relaciones con el heredero o la sucesión del causante, no constituye un cargo sucesorio, lo que es característica exclusiva del heredero".
"En el legado de cosas ciertas y propias del testador, el más frecuente, el legatario adquiere la propiedad de la cosa por la aceptación del legado".
Son interesantes estas dos cuestiones, primero que es una adquisición, y además es algo que se acepta. No es una herencia de hecho, sino que es un legado que se adquiere. Lo que implica que hay una cierta asunción del legatario.
En este sentido se puede entender bien la cuestión del campo legado por Freud, en alguien que queda por fuera de los herederos de Freud, o de la institución que deja Freud. Vale la pena insistir con esta diferencia entre legado y herencia, porque ubica a la orientación lacaniana como responsable del porvenir del psicoanálisis, asumiendo el legado del campo abierto por Freud. Para concluir y retomando las preguntas relativas a la intensión acerca de ¿qué es el psicoanálisis?, y ¿qué es un analista?, podemos decir que estamos en una comunidad donde cuyo centro, lo que sostiene como causa, es esta pregunta sobre el concepto de intensión: ¿qué es un analista?.
De esta manera, hay un fuerte contraste entre la excomunión de Lacan y el año 2001, que nos encuentra sentados a la misma mesa con los representantes de A.P.A. y A.P.deB.A., ambas instituciones integrantes de la I.P.A. en Argentina, en ocasión del homenaje realizado a Jacques Lacan en Buenos Aires.
El consentimiento de estas instituciones a celebrar los cien años del nacimiento de Jacques Lacan, indican un reconocimiento a la orientación lacaniana, y plantea el desafío de poder compartir la interrogación, que permite avanzar al psicoanálisis: ¿Qué es un analista?